autoestima.

«Sólo se podrá respetar a los demás cuando se respeta uno a sí mismo; sólo podremos dar cuando nos hemos dado a nosotros mismos; sólo podremos amar cuando nos amemos a nosotros mismos.» Abraham Maslow

 

La autoestima es la valoración que cada persona hace sobre si misma a través de las experiencias, pensamientos y sentimientos que ha ido teniendo a lo largo de su vida.

Empieza a formarse a partir de los 5/6 años, edad en la que empezamos a darnos cuenta del concepto que tienen los demás sobre nosotros, y a partir de este, empieza a formarse el propio.

La autoestima tiene principalmente dos componentes:

  1. La eficacia personal: si yo me veo capaz de enfrentarme a los desafíos que la vida me presenta, si tengo confianza en mi manera de pensar, de entender, de elegir y de tomar decisiones. En definitiva, si yo creo en mí mismo.
  2. El respeto por uno mismo: si yo siento que soy merecedor de ser feliz y de que los demás me quieran, y si no juzgo de forma negativa los pensamientos, deseos y/o necesidades que yo tengo.

Tener una buena autoestima es un elemento fundamental a la hora de establecer relaciones interpersonales y en la comunicación, así como para que la persona alcance la plenitud. Permite el desarrollo personal y la autoprotección, y es vital para que nos sintamos bien con nosotros mismos.

Es importante saber diferenciar entre tener una alta autoestima y ser creído o egocéntrico. Una persona con buena autoestima reconoce lo bueno que tiene y/o hace, es decir, sus fortalezas, pero también reconoce abiertamente sus limitaciones. Por el contrario, una persona egocéntrica o lo que llamamos coloquialmente como “creída” no suele reconocer sus fallos ni limitaciones, sino solo alardea de sus muchas fortalezas.

La autoestima no es algo que se mantenga estable en el tiempo sino que varía en función de los acontecimientos que estemos viviendo en ese momento.

Cuando percibimos que nuestra vida no está bien y tenemos la sensación de que solo nos ocurren cosas negativas, como por ejemplo: no estar cómodo en el trabajo, notar que discutimos más a menudo con nuestra pareja, percibir que nuestros hijos no nos necesitan tanto como querríamos, sentir que no tenemos tiempo para nosotros mismos…, hace que nuestra autoestima se resienta y disminuya considerablemente. Esto se produce debido a que existen épocas en las que nos focalizamos mucho más en lo negativo y tenemos la sensación de que en nuestra vida no hay nada de positivo.

¿Y qué podemos hacer en estos momentos?

Una manera que ya comentamos en un artículo anterior sería la de buscar al menos dos momentos de plenitud al día (momentos en los que nos hayamos sentido bien, a gusto y en paz) y apuntarlos en una libreta antes de irnos a dormir, durante un mínimo de 21 días seguidos. De esta manera, dejamos de lado lo negativo y nos empezamos a focalizar en las cosas buenas y seguramente maravillosas que tiene nuestra vida.

El hecho de percatarnos de ellas y aprender a valorarlas, nos irá devolviendo poco a poco nuestra autoestima y por tanto, nuestra mejor sonrisa.

Asimismo, si vieras que por ti mismo no puedes salir de esa situación, no dudes en buscar ayuda de un profesional. Al fin y al cabo, ¿a quién le va todo bien? La vida tiene sus complicaciones: decisiones, errores, caídas, sueños, decepciones, sorpresas,…  y no es necesario que hagamos solos aquello que nos resulta más difícil. Recordemos que reconocer que algo no va del todo bien y buscar la mejor solución es cosa de valientes.

 

Escalera de la Autoestima

¿En cuál de los siguientes escalones te ubicas?

 

Mercedes Casado

Psicóloga col. 22371

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