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«Hay un camino entre los ojos y el corazón que no pasa por el intelecto». G. K. Chesterton

 

¿Cuántas veces vas caminando por la calle o vas sentado en un tren e intercambias una mirada con alguna de las personas que están a tu alrededor? ¿Qué has sentido cuándo esto ha ocurrido?

John Koening, creador del diccionario titulado ‘Dictionary of Obscure Sorrows’ y traducido como ‘Diccionario de los sentimientos oscuros’, define a esta emoción como Opía. Esa emoción que sentimos cuando miramos a cualquier persona a los ojos durante apenas unos segundos. Esa emoción que experimentamos al ver un poco de lo que la otra persona es, de lo que la otra persona quiere mostrarnos, y a su vez percatarnos de que también le hemos mostrado una parte de nosotros.

Las miradas hablan por sí mismas sobre las emociones, sentimientos y pensamientos que tenemos en un determinado momento. Al igual que otros componentes de la comunicación no verbal como la sonrisa o la postura corporal, dan mucha información sobre nosotros sin necesidad de palabras.

Se ha relacionado la mirada con la naturaleza de nuestras relaciones interpersonales, debido a que tendemos a mirar más a aquellas personas con quienes hemos establecido una buena relación, a aquellas que nos gustan, que han captado nuestra atención y que nos parecen interesantes.

También tenemos que tener en cuenta que el tamaño de nuestras pupilas puede delatarnos. Éstas no solo reaccionan a la luz sino también ante la intensidad de nuestras emociones e intenciones. Por este motivo, cuando algo nos sorprende o nos interesa mucho, cuando alguien nos gusta o estamos emocionados por algo, nuestras pupilas se dilatan para así dejar entrar más cantidad de luz y poder recoger mayor información de aquello que ha captado nuestra atención.

Asimismo, los movimientos de nuestros ojos también cuentan mucho sobre nosotros. Hablaremos en concreto de lo que en la PNL (Programación Neurolingüística) se denomina “Claves de Acceso Ocular“.

Bandler y Grinder, fundadores de la PNL, descubrieron que las personas movemos los ojos hacia una dirección u otra en función de lo que estemos pensando en ese momento. Esto es así puesto que las zonas hacia donde miramos están vinculadas a diferentes áreas del cerebro que se encargan de procesar distintos tipos de información.

Por tanto, las claves de acceso ocular son los movimientos que realizan de manera inconsciente nuestros globos oculares, señalando cuál de nuestros tres sistemas representacionales (visual, auditivo o kinestésico-sensorial) se ha activado.

 

El diagrama de Bandler y Grinder para las claves de acceso ocular sería el siguiente:

diagramaBandlerGrinder

  1.  Visual Construido (VC): cuando los ojos miran hacia arriba a la derecha nos indican que la persona está creando imágenes, es decir, que está viendo imágenes que nunca antes había visto, o bien que está observando las cosas de diferente manera a como lo había hecho hasta ese momento.
  2. Visual Recordado (VR): cuando los ojos miran hacia arriba a la izquierda nos indican que la persona está recordando imágenes, es decir, que está viendo imágenes ya vistas con anterioridad y de la misma manera a como se vieron.
  3. Auditivo Construido (AC): cuando los ojos miran hacia el lado derecho en línea recta, nos indican que la persona está creando sonidos, está escuchando mentalmente sonidos que hasta ese momento no había escuchado.
  4. Auditivo Recordado (AR): cuando los ojos miran hacia el lado izquierdo en línea recta, nos indican que la persona está recordando sonidos, está escuchando mentalmente sonidos que sí que había escuchado anteriormente.
  5. Kinestésico (k): cuando los ojos miran hacia abajo a la derecha, nos indican que la persona está pensando en emociones, sentimientos y/o sensaciones.
  6. Auditivo Digital Interno (AD): cuando los ojos miran hacia abajo a la izquierda nos indican que la persona está hablando consigo misma. Es decir, lo que se conoce como el diálogo Interno.

 

Es importante señalar que estas claves de acceso ocular son a nivel general, ya que muchas personas las tienen cambiadas, como es el caso entre otros de los zurdo; o incluso en determinadas personas pueden llegar a cambiarles con el tiempo, debido a una experiencia que haya marcado sus vidas. Por ello, debemos confirmar siempre antes de hacer cualquier interpretación, cuál es el patrón que la persona sigue. Para ello es bueno hacer preguntas del tipo siguiente, observando los movimientos oculares para comprobar si sigue o no el patrón según el diagrama de Bandler y Grinder:

«¿Cómo te imaginas de aquí a 20 años?» Para comprobar que la persona sigue el VC es decir hacia arriba a la derecha puesto que está creando imágenes.

«¿Cómo era el pantalón o la falda o el vestido que llevabas ayer?» Para comprobar que la persona sigue el VR, es decir hacia arriba a la izquierda puesto que está recordando imágenes.

«¿Cómo sonaría un martillo en un cuenco de agua con sal?» Para comprobar que la persona sigue el AC, es decir hacia el lado derecho en línea recta, puesto que la persona está creando sonidos.

«¿Cuál ha sido la última canción que has escuchado?» Para comprobar que la persona sigue el AR, es decir hacia el lado izquierdo en línea recta, puesto que la persona está recordando sonidos.

«¿Cómo tienes la manos calientes o frías?» Para comprobar que la persona sigue el K, es decir hacia abajo a la derecha, puesto que nos está indicando una sensación.

«¿Qué es lo que te dices a ti mismo con más frecuencia?» Es decir, hacia abajo a la izquierda puesto que está hablando consigo mismo.

Diferentes estudios científicos han demostrado también que los movimientos oculares están relacionados con la curiosidad y las mentiras. Por un lado, han podido ver que aquellas personas que eran más curiosas movían más los ojos para poder captar toda la información posible. Y por otro lado, relacionaron, aunque nos pueda parecer sorprendente, que cuando las personas mienten suelen parpadear menos debido a una sobrecarga cognitiva. Es decir, debido al estado de nerviosismo bajo el que se encuentra la persona que está mintiendo, el cerebro no consigue tener el mismo control sobre aquellas funciones que normalmente serían automáticas.

Por lo tanto, prestemos una especial atención a los ojos cuando nos comunicamos, porque son un punto focal que tiene un lenguaje propio y recordemos siempre que las miradas son un espejo certero de la esencia del ser.

 

Mercedes Casado

Psicóloga col. nº22371

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